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sábado, 8 de junio de 2013

Consejos para dejar de fumar I Terapias psicológicas

Según la Organización Mundial de la Salud el tabaco es la primera causa de invalidez y muerte prematura del mundo. Sólo en España cada año mueren más de 50.000 personas debido al consumo de tabaco. Ante este panorama, no es de extrañar que cada vez sean más las personas que deciden abandonar el hábito tabáquico con el fin de mejorar su salud, pero dejar de fumar no es fácil. 


Según explica la psicóloga Amaya Terrón, fundadora del gabinete Psicología Amaya Terrón, “las personas tienen miedos; miedo al cáncer, a la EPOC, e incluso a la muerte, pero, sin embargo, muchas de ellas, incluso sabiendo todo esto, siguen con el cigarro en la boca, quizá les sepa algo más amargo, pero no abandonan la adicción. ¿Por qué? No es porque sean poco inteligentes, o no sean conscientes que se la “están jugando”, sino porque los mecanismos que hacen que seamos adictos no son sensibles a la racionalización”.

“Razonar está bien y puede ser un buen disparador para iniciar una terapia psicológica o personal para dejar de fumar, pero no es suficiente. Fumar no es un acto racional, por lo que no responde a una terapia racional. Es por esto que convencer o intentar convencer a alguien que deje de fumar casi siempre es en vano. Es la propia persona la que tiene que decidir enfrentarse a este reto. Desde fuera podemos concienciar, informar, apoyar, ayudar, pero la persona tiene que estar convencida de querer hacerlo, ya que el proceso es duro y requiere de una motivación personal muy fuerte”, explica la psicóloga.


Pasos para dejar de fumar

Para dejar de fumar hay que querer, eso es lo primero. Ninguna terapia funciona si no hay capacidad volitiva que la acompañe. 

Una vez la persona está convencida de que quiere dejar de fumar, debe informarse sobre cómo funciona una adicción, por qué pasa lo que pasa y siente lo que siente. “A veces, entender lo que nos pasa y la dinámica de la adicción es beneficioso, descarga culpa y nos hace proactivos, ya que podemos adelantarnos a lo que acontece y de esta forma estar preparados”, explica Terrón.

Una persona que quiere dejar de fumar debe acudir a su médico de cabecera para que le informe de los tratamientos disponibles farmacológicos si los necesita, además de pedir consejo o consulta con un especialista para que le oriente y le informe que cómo sobrellevar la situación de la mejor manera posible y si es necesario realizar técnicas de relajación para compensar desequilibrios ansiosos que puedan derivar.

Evitar tratamientos milagros

Las terapias milagro como las denominadas, “Deje de fumar en 15 días” no son las adecuadas para eliminar el hábito de fumar, ya que, como comenta Amaya Terrón, si bien consiguen abandonos en la adicción a corto plazo, provocan recaídas a largo plazo.

“Estas terapias o tratamientos milagro tienen un índice de recaída mayor que cualquier terapia basada en el cambio, ya que llenan a las personas de expectativas sobre lo poco que les va a costar dejar de fumar y esto es una gran mentira. No existe recompensa sin esfuerzo. Y las expectativas que se alejen de esta máxima debería eliminarse de las cabezas por completo”, apunta Terrón.
Terapias psicológicas

Las terapias que ofrece la psicología actual abarcan un espectro desde tratamientos de relajación, reestructuración cognitiva, refuerzo de la autoestima, capacidad para controlar impulsos, psicoinformación, terapia de grupo e hipnosis. Pero, sin la voluntad y el esfuerzo de la persona, ninguna técnica asegura el éxito terapeútico. 

No existe una forma fácil o rápida para ganar control sobre la adicción e introducir cambios positivos en la vida de las personas enganchadas al tabaco. La recuperación requiere de una motivación para dedicar tiempo y esfuerzo para cambiarse a uno mismo con el fin de poder vivir una vida sin tabaco.

“El plano psicológico se apoya en la terapia con fármacos muchas veces. Al igual que la farmacológica con la ayuda psicológica. Existen en el mercado numerosos medicamentos que bien o sustituyen a la nicotina o directamente afectan a los mecanismos de recompensa cerebrales a disposición de los dependientes de esta sustancia”, informa Amaya Terrón. 

“El tabaco es una droga y como tal hay que tratarla, pero también se sustenta en un hábito y cuando intentamos deshacernos de un hábito hay que eliminarlo de raíz, si esto es demasiado crudo se sustituye por otro hábito (no sustancia). Es decir, que sustituir el tabaco por la comida, por ejemplo, sería una forma de aplacar la ansiedad con la comida o con cualquier otra sustancia y no se trata de esto, sino de sustituir el hábito de fumar por un hábito o costumbre sana. Ser capaces de enfrentar nuestra ansiedad asociada a un cuadro de abstinencia por nosotros mismos sin necesitar otra adicción que nos aligere la carga”, explica.